Si tuvieseis que elegir los cinco discos que más os han marcado en vuestra vida, ¿cuáles elegiríais? Seguramente este ejercicio os resultaría un tanto difícil ya que reducir esta lista a sólo 5 álbumes implicaría dejar fuera demasiados títulos imprescindibles. A mí me pasa lo mismo. No obstante, el disco del que os voy a hablar estaría en esa lista sin duda alguna. Empecé a interesarme por la música Metal allá por 1988 a los 11 o 12 años de edad, por tanto, como podéis ver, hace bastantes años que el Metal forma parte de mi vida y, como a la mayoría de los que estáis leyendo estas líneas, es uno de los elementos que nos definen y diferencian como personas. A lo largo de este primer tramo de mi trayectoria vital, a excepción de el “Twiligth of the Gods” y “Hammerheart” de Bathory y el “Dreamweaver” de los británicos Sabbat, mi interés musical se centró en el metal mas clásico de Manowar, Iron Maiden o incluso Metallica dejándome de interesar otros estilos dentro del metal que no fuesen los mencionados. No obstante, pasados unos años, hubo un punto de inflexión con un disco en particular, que provocó que mis gustos musicales entraran definitivamente en el lado oscuro del metal más extremo: Y ese disco no era otro que el “Wolfheart” de los lusos MOONSPELL. Si bien la carta de presentación de los portugueses fue “Under the Moonspell”, el “Wolfheart”, su segundo disco producido por Waldemar Sorychta y editado por Century Media, fue el trabajo que los colocó en la élite del metal extremo. Con un estilo musical que tradicionalmente se ha identificado como Gothic Metal, esa etiqueta resulta insuficiente para describir toda la paleta de matices black, doom e incluso pagan y folk que se despliegan en este trabajo y que hacen que, en su conjunto, resulte único y original. Para ser sinceros, los temas no son ni técnicos, ni rápidos ni demasiado elaborados, pero pese esas deficiencias, imagino que debidas a la inexperiencia de unos músicos que en esa época no dejaban de ser unos adolescentes, el disco es original y tiene personalidad. Y esa personalidad es lo que convierte este trabajo en una obra imprescindible, con muchos contrastes, y que, escucha tras escucha, me sigue transmitiendo la misma melancolía, maldad y sensualidad que hace dos décadas . No cabe duda que la voz de Fernando Ribeiro, con ese acento luso tan marcado y con la variedad de registros que despliega, le dan a la música del “Wolfheart” un elemento añadido de misticismo. Si esto fuese una reseña al uso, ahora tendría que referirme a cada uno de los temas que componen el disco. No obstante ya hay miles de análisis de este disco en los que se desmenuzan los temas que lo componen y que se podría resumir en la siguiente frase: Cada uno de los temas que componen “Wolfheart” , desde ‘Wolfshade’ hasta ‘Alma Mater’ son sencillamente una obra maestra. Pero, como he apuntado, esto no pretende ser una reseña al uso. En estas líneas he intentado expresar lo que estos temas significaron y significan para mí. Y es que pasados ya tantos años desde que lo descubrí, el “Wolfheart” sigue siendo un clásico, una obra atemporal. Uno de aquellos álbumes a los que siempre acabas volviendo y que, una vez que lo pones en el reproductor, a medida que van sonando las oscuras melodías de los teclados, la distorsión de las guitarras, las líneas contundentes del bajo y la voz grave de Fernando, me hacen viajar 20 años atrás en un ejercicio de nostalgia. Como punto final voy a acabar con una cita que no es mía, pero que expresa, de manera sencilla y sintética, todo lo que he pretendido expresar con estas líneas: “Wolfheart fue, y sigue siendo, una pieza de música inmortal para todos aquellos que vagamos bajo la luna” TRACKLIST 1. Wolfshade (a Werewolf Masquerade) 2. Love Crimes 3. ...Of Dream and Drama (Midnight Ride) 4. Lua d'Inverno 5. Trebraruna 6. Vampiria 7. An Erotic Alchemy 8. Alma Mater Texto: Logan A_D
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Grandiosa. No hay otra forma de definir esta obra que representa el cenit creativo de la banda de New York. En la línea del thrash heterogéneo que Metallica perfeccionaron con su obra maestra ‘Master of puppets’ en 1986 y Testament empezaban a enriquecer con elegancia en ‘The new order ‘en 1988, OVERKILL crearon en 1989 un disco perfecto. Antes de pasar a analizar los temas que componen el álbum, referirme a la ficha técnica de la grabación. Este fue el último disco en el que colaboró Bobby Gustafson, miembro fundador de la banda. Su aportación es fundamental, llenando las canciones de riffs cortantes y poderosas secciones groove que te aplastan. Y fue también el disco de consolidación del brillante batería Sid Falk (en mi opinión, uno de los mejores baterías thrash por su originalidad y recursos utilizados. Nunca entenderé como este gran músico desapareció de la escena apenas tres años después). La producción estuvo a cargo del prestigioso ingeniero de sonido Terry Date (en su curriculum figura la responsabilidad de dar cuerpo al sonido de discos como el ‘Cowboys from Hell' de Pantera, el ‘Badmotorfinger’ de Soundgarden o ‘Astro Creep 2000’ de White Zombie). Si bien es muy obvio que DD Verni empezaba a tener mucha influencia en tareas productivas, a tenor del sonido apabullante de su bajo en toda la grabación (desde esa época sello inconfundible del sonido OVERKILL). Y al frente, con su chirriante rabia vocal, el inconfundible Bobby Blitz Ellsworth. La calidad del sonido conseguida es muy alta. El megalítico ‘…And Justice for All’ de Metallica había incrementado el listón de una buena producción en el género, y a esto se sumaba que el thrash estaba de moda en esa época y las compañías discográficas apostaban e invertían casi a lo loco en bandas de thrash. La crudeza del sonido thrash de OVERKILL se desvinculó de ese cierto sonido áspero y semi urderground de sus primeras grabaciones, dando un importante salto en el sonido si comparamos por ejemplo con su ópera prima ‘Feel the Fire’ de 1985. ¿Qué vamos a encontrar en este disco? La quinta esencia del thrash. Un catálogo completo de lo que significa el sonido thrash a finales de los 80 y un anticipo del futuro cercano que pronto aportarían Pantera o Slipknot. Los cambios de ritmo son constantes, frenéticos. La intensidad no decae, incluso en el momento de incorporar por primera vez en la discografía de OVERKILL una balada. Pero no faltan en los 55 minutos que dura la grabación momentos de poderosos pasajes groove, tempos densos y pétreos, en claro homenaje a sus admirados Black Sabbath. “The Years of Decay” empieza a lo grande. ‘Time to Kill’ es un auténtico trallazo con un rico y épico inicio que da paso a una fusión entre el heavy metal más speedico de los Judas Priest del Defenders of the faith y unos toques progresivos, acentuados por los cortes rítmicos de DD Verni y Sid Falk. ‘Elimination’ es el tema más conocido del disco. Auténtico e imprescindible clásico de OVERKILL. Apoyado por un excelente video clip en la MTV, el tema impulsó el disco a las listas de éxito, dentro de la siempre presente subestimación que el público injustamente ha otorgado a la banda. Sigue siendo evidente una influencia del sonido heavy de Judas Priest, si bien con un poderoso e inconfundible riff de Bobby Gustafson que da su sello personal al tema. Los bombos sin freno de Sid Falk y los mazazos que las cuatro cuerdas de DD Verni, aportan la base perfecta para que Blizt sitúe su voz chillona por encima de cualquier alarma nuclear. ‘I Hate’ mantiene el nivel de frenesí metálico. Para mí, un tema injustamente olvidado en los set- lists en directo de la banda, que debería sonar en mi opinión de forma regular (igual por ejemplo que ‘Thanx for nothing’ de su siguiente disco Horrorscope). Mezclando el speed metal desenfrenado con unos guiños a los Iron Maiden del Powerslave (¿soy el único que nota esta esencia del ‘Acces high’ aquí?). El tema invita a mover la cabeza sin ninguna piedad. ‘Nothing to Die For’ es la joya oculta del disco. Su tema más original y progresivo. Aquí es donde mejor se nota que OVERKILL mantenían una excelente relación personal con Savatage. No sólo es un tema con un tempo frenético, musicalmente tanto Sid Falk como DD Verni y Boby Gutsafson lo bordan. Habría que preguntar a los chicos de Dream Theater qué tipo de retro influenciales pudo significar este tema. ‘Playing with Spiders / Skullcrusher’. Se abre a continuación una de las canciones más sorprendentes de la discografía de OVERKILL. Si bien en anteriores discos la banda ya había grabado temas épicos y claramente sabbathtianos (‘The answer’ de su primer EP o ‘Drunken Wisdom’ en el “Under the Influence”) en ‘Skullcrusher’, lo que hacen es lanzarse de cabeza a la piscina del Doom metal. Y no sólo nos dan un buen baño de Doom, la banda consigue oro olímpico. La voz de Blitz es increíble y poderosa, el sonido de la banda sencillamente monumental. Perfecto. ‘Birth of Tension’ está en la línea de temas épicos netamente heavy speedicos de la banda (una línea similar a la de composiciones como ‘Disposable heroes’ de Metallica). Una letra durísima envuelta de una múscia agónica y con un tempo endiablado. Pura visceralidad thrash con su pasaje groove central. ‘Who Tends the Fire’. No podía faltar en este disco el clásico medio tiempo made in OVERKILL. Sello inequívoco de identidad. La canción supone una evolución algo más thrasher de temas como “Feel the Fire” o “In Union We Stand”. Es una gozada surfear las cuatro cuerdas de DD Verni mientras la guitarra te destroza las cervicales, y acabar con un vertiginoso “in crescendo” progresivo a lo bruto. Atención a partir del minuto 7:24 (me muero!). ‘The Years of Decay’. Les llegó la hora a los chicos de New Jersey de componer una balada. ¿Presiones discográficas o elección propia? Lo cierto es que OVERKILL supieron salir triunfantes y con la credibilidad intacta en esta primera incursión en las power ballads. Porque esta es una balada faraónica. Partiendo de unos pasajes acústicos ciertamente brillantes, con los mejores registros vocales de Blitz hasta el momento (en mi opinión, un registro épico usado en contadas ocasiones por Bobby Blitz, quizá sólo igualado en la cover que hicieron en 1999 del ‘Changes’ de Black Sabbath).El tema toma un rumbo épico y poderoso que ya no cesa hasta el final de la canción. Broche de oro son los coros finales en la línea epic power metal que tardaría varios años todavía en consolidarse. ‘E.vil N.ever D.ies’. Siempre he observado una profunda conexión entre este tema y el “Damage INC” que cerraba el Master of puppets de Metallica. Lo cierto es que OVERKILL cierran esta obra maestra con el tema más crudo y salvaje del disco. Los cortes a cuchillo y cambios de tempo son sensacionales, necesarios para un tema frenético hasta la saciedad. Pero incluso en una canción interpretada a piñón, hay un fresco pasaje intermedio donde DD demuestra que es el jefe y Bobby Gustafson deja patente que ha abierto el tarro de las esencias en cada guitarrazo y no lo va a cerrar hasta que la canción acabe. Porque una brutalidad como esta sólo se puede terminar de un mazazo. Sin piedad, como Dream Theater hicieran en ‘Pull me Under’ o Accept en el ‘Princess of the Dawn’. Un tremendo hachazo descomunal pone fin a un disco único. ¡Y, ya está! TRACKLIST 1. Time to Kill 2. Elimination 3. I Hate 4. Nothing to Die for 5. Playing with Spiders / Skullkrusher 6. Birth of Tension 7. Who Tends the Fire 8. The Years of Decay 9. E.vil N.ever D.ies Texto: JM Abellán Hablar de un solo disco que haya influenciado mi vida, se hace tarea ardua para un servidor. Son unos cuantos los discos que, por una situación u otra, han dejado un legado en mí, tanto en lo personal, como en lo musical, así que quiero hablar de un doble álbum que fue publicado por la banda en distintas fechas (uno en mayo y otro en noviembre de 2005) pero que, en esencia, pertenecen a uno solo: el glorioso Mezmerize/Hypnotize, que, desgraciadamente para muchos, se convirtió en la última genialidad compositiva de los insanamente conocidos System Of a Down. Mezmerize/Hypnotize es un doble disco que fue grabado bajo la tutela de Rick Rubin en su famosa mansión de Lauren Canyon en California. En ellos, encontramos 23 cortes (11 para Mezmerize, 12 para Hypnotize) que entrelazan distintos pasajes, llevándonos por terrenos directos y agresivos hasta tempos medios y melodías amenas, pasando por su más que conocido “frenesí”, marca de la casa, sin olvidar ese toque folklórico armenio. Esta mezcla de matices, hace que sea un trabajo difícil de encasillar en un solo tipo de estilo, algo que engrandece su legado tal como puntualizó el propio Rick Rubin: “… Mucha música pesada cae en algo similar, hay cierto tipo de reglas que “todo el mundo” sigue de manera fiel. Podríamos decir que System Of a Down es una banda de Heavy Metal, pero no siguieron esas reglas. Sus ritmos no sonarian a algo parecido a lo que hace Metallica, serían distintos. Y eso se vería arraigado en sus herencias armenias: cogieron elementos de la música popular y los llevaron al Heavy Metal. Ellos no encajaron en ningún sitio, pero son tan buenos que trascendieron, otro gran ejemplo es Rage Against The Machine. Esta banda nunca sonó a nada parecido, porque nunca nadie había sonado a Rage Against The Machine, es lo mismo con System of a Down.” Dichos álbumes fueron el resultado de un período muy productivo de la banda aunque controvertido, pues el protagonismo de Serj Tankian se vio muy mermado por Daron Malakian, relegándole de su papel de vocalista principal al de las segundas voces o los coros en varias canciones. Algo que llevó a Serj a querer dejar la banda y, por consiguiente, les llevó a su parón indefinido desde 2006 hasta 2011. Seguramente, este sea el motivo por el cual los fanáticos de esta banda llevamos la friolera de 15 años sin material nuevo, y vista la situación, es difícil que esto suceda. En las composiciones hay una cierta evolución melódica en comparación a sus anteriores trabajos. Aunque no sean canciones extremadamente elaboradas en cuanto a patrones rítmicos, (exceptuando un par o tres de canciones, las demás son teóricamente sencillas), toda la maquinaria está centrada en dar una base sólida y contundente entorno a los riffs de Daron, para que este y Serj puedan “jugar” con sus melodías y el oyente se sienta rápidamente atraído por ellas. Todo ello llevado a cabo por una sublime mezcla y con un sonido muy natural de todos los instrumentos y voces. En la lírica, encontramos contenido de denuncia social, manifestándose en contra de la guerra de Irak en ‘B.Y.O.B.’, la crudeza de los conflictos bélicos en ‘Tentative’, el genocidio armenio en ‘Holy Mountains’ o el llanto de la Estatua de la Libertad americana en ‘Sad Statue’. Terrenos más personales son los que hallamos en la solitaria ‘Lonely Day’, dudas existenciales en ‘Question!’ y sarcasmos y paranoias diversas en ‘Cigaro’, ‘This Cocaine Makes Me Feel Like I’m On This Song o Dreaming’. Mención aparte, la historia del atropello de un conejo por Daron, al que llamó Rock’N’Roll para luego escribir ‘Kill Rock’N’Roll’. No quiero olvidarme de ‘Lost in Hollywood’, tema que atrapa hasta el punto más interno del alma con la intencionalidad, quizás, de advertirnos de su mensaje: “You should’ve never trusted Hollywood.” Elegí este doble álbum por lo que significa para mí. Fue un disco que llegó a mis manos al poco tiempo de empezar a tocar la batería. Y, aunque no fue hasta hace relativamente poco cuando empecé a descuartizar musicalmente estos discos, escucharlos me lleva a recordar el olor de la madera de mi vieja batería Hard. A recordar el empeño, las ganas y la ilusión de adentrarme en este maravilloso instrumento, obviando las ganas que tenía de tocar una de sus canciones. Además, todavía conservo un ejemplar del primer número que me compré de la ya extinta revista Batería Total. En ella, hay una gran entrevista a John Dolmayan, con las bellas fotografías de la Tama Starclassic de Maple, con la que grabó estos discos. Y las primeras veces, calan hondo. Texto: Al Drummer |